Hoy son muchas las evidencias científicas que aseguran que la naturaleza es buena para nosotros en multitud de sentidos: a nivel físico, mental y social, mejorando nuestro sistema inmunitario, el desarrollo de nuestro cerebro e incluso nuestro estado de animo y relaciones sociales.

Sin embargo, sumidos en nuestras “selvas” urbanas, la tendencia creciente a estar en espacios cerrados y el aumento desmesurado del consumo de pantallas (TV, móvil, ordenador…) nos está apartado de la naturaleza y de sus enormes beneficios.

Desde La Colmena y la pedagogía Waldorf damos muchísima importancia al juego libre en los espacios naturales. Todos los días disfrutamos del gran jardín de nuestra escuela; llueva, hiele o haga sol, porque no hay días malos, solo ropa inadecuada.

¿Qué beneficios tiene para nuestros niños y niñas pasar tiempo en espacios naturales? Pues lo cierto, es que muchísimos: 

  • Los niños que juegan al aire libre son físicamente más activos, lo que ayuda a prevenir la obesidad, enfermedades cardíacas, diabetes y otro tipo de enfermedades.
  • Los niños que van a colegios con patios con mucha naturaleza – árboles, flores, elementos naturales, césped, espacios abiertos… – están más tranquilos y prestan más atención a los profesores que aquellos cuyos patios del cole son pobres en elementos naturales.
  • Los niños con TDAH muestran de forma significativa menos síntomas tras pasar tiempo en la naturaleza.
  • Los niños que juegan de forma regular en entornos naturales muestran un sistema motor más desarrollado, que se refleja en mayor agilidad, equilibrio y coordinación, y enferman con menor frecuencia.
  • Los niños que juegan al aire libre tiene mayor nivel de vitamina D, que es la encargada de fortalecer los huesos y el sistema inmune.
  • Los niños que aprenden cómo plantar y sembrar, comen más frutas y verduras y es más probable que adquieran un estilo de vida saludable.
  • Los niños que juegan al aire libre se involucran en más juegos de imaginación, interactúan más y progresan mejor.
  • Los niños que van a escuelas que ofrecen clases al aire libre u otras formas de educación ambiental obtienen mejores resultados académicos.
  • Los niños que crecen teniendo un contacto regular con el mundo natural son más propensos a desarrollar un respeto y amor hacia la naturaleza y se encargan de cuidarla.
  • Es menos probable que aparezcan casos de bullying – acoso escolar – cuando los niños juegan en entornos naturales.
  • Los niños que juegan en la naturaleza obtienen un resultado mayor en los tests de concentración y autocontrol. 
  • Los niños que están expuestos al mundo natural desarrollan una mayor consciencia y habilidades de observación y razonamiento.
  • Los niños que juegan al aire libre sufren menos miopía y es menos probable que tengan que usar gafas.

Según la neurociencia nada estimula y activa el cerebro con más fuerza, y, por tanto, nada nos mantiene en la zona óptima de excitación que la naturaleza. La zona óptima de excitación es el estado cuando la ansiedad no es ni muy alta ni muy baja, siendo el único estado fisiológico dentro del cual es posible el aprendizaje y el comportamiento adaptativo completo. Según las investigaciones, los entornos verdes naturales reducen el estrés, mejoran el estado de ánimo, reducen la ira y la agresividad, aumentan la felicidad general e incluso fortalecen nuestro sistema inmunológico.

La naturaleza es un antídoto valioso para el aumento de estrés, angustia, agotamiento y abandono que estamos presenciando en el sistema educativo actual. La falta de exposición a la naturaleza causa un estado tan perjudicial para el cerebro, y es tan generalizado hoy en día que tenemos hasta un nombre específico para él: «Trastorno por déficit de la naturaleza». Después de situaciones estresantes o que requieren concentración, la recuperación en entornos urbanos no es tan buena como hacerlo en entornos naturales. Cuando experimentamos la naturaleza, nuestra presión arterial, frecuencia cardíaca, tensión muscular y nivel de hormonas del estrés disminuyen más rápido que cuando nos encontramos en entornos urbanos.